sábado, 21 de mayo de 2016

El clásico de la semana es...

   
   
   La editorial Kalandraka no ceja en su empeño de seguir rescatando y reeditando clásicos infantiles, afortunadamente. A veces se trata de nuevas ediciones y traducciones de obras ya publicadas y a veces de primeras ediciones en las distintas lenguas peninsulares de clásicos indiscutibles de otras lenguas. En esta ocasión rescata ¿Quién compra un rinoceronte? (Who Wants a Cheap Rhinoceros?), un clásico del gran Shel Silverstein (1930-1999), autor de joyas como La parte que faltaba o El árbol generoso, que ya fue publicado por la editorial Lumen en la década de 1990, aunque ahora aparece con nueva y acertadísima nueva traducción en verso de Miguel Azaola. 
   ¿Quién compra el rinoceronte? tiene el inconfundible sello de Silverstein en el texto, que combina a partes iguales el humor, la ternura y un punto de sinsentido muy anglosajón, y las ilustraciones, que se valen únicamente del dibujo y de recursos propios del cómic para crear un mundo propio y personal al que no le hace falta el color para ser expresivo, lo cual es sin duda el sello de los grandes ilustradores. 
   Publicado en formato de álbum, ¿Quién compra un rinoceronte? tiene, como dice Nodelman, el poder de proyectar detrás de su apariencia sencilla y desprovista de pretensiones una sombra mucho más completa, una virtud que es el privilegio de las grandes obras infantiles. Introduciendo un elemento disonante, el rinoceronte, en medio de una plácida cotidianidad reconocible, por su desnudez, en gran parte del mundo, Silverstein nos habla en el fondo de lo que nos habla cualquier obra literaria y, sobre todo, poética: de la necesidad de mirar más allá de lo que nos rodea y de cómo funciona la imaginación, que, como bien sabía Rodari al proponer la idea del binomio fantástico, no consiste tanto inventar cosas nuevas como en combinar de manera distinta lo que ya conocemos o en introducir algo nuevo en un contexto que en principio le es ajeno. 


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