jueves, 24 de abril de 2014

El clásico de la semana es...


Sirenas, testamento poético de Ángel González, lleno de ingenios verbales y bellamente ilustrado por Valeria Docampo.


En un acantilado solitario,
una noche de junio,
a la difusa luz del plenilunio,
presencié un episodio extraordinario.
A mi vera,
dos sirenas de cuerpo adolescente
y larga cabellera
surgieron de las aguas de repente
y empezaron a hablar de esta manera:
—Ola, ola, ola, ola.
—¿Qué ola tienes tú?
—Tres delfines y mero.
—Vas atrasada un barbo y siete ostras.
—¿Tienes alga que hacer?
—No tengo nalga pero traigo cola.
—Podríamos acercarnos
de aquel barco velero hasta la popa
y cantar a dos voces canciones
que a las tripulaciones vuelvan locas.
—Es divertido ver a los marinos
arrojándose al agua por la borda,
pero ahora estoy citada
con un tritón barbado que me ronda.
—Entonces, nada, nada, nada.
Volveré a verte dentro de una ola.
—Si no voy,
te dejaré un mensaje en una caracola.
—¿Y qué más?
—Solo sal.
—Y tú sal sola.
—Ola, ola y adiós.
—Adiós y ola, ola, ola.
Así se despidieron, y nadando
no sé hacia qué marítimos confines,
se fueron las sirenas alejando
escoltadas por ágiles delfines.
Yo me quedé pensando:
si les hubiese dado por cantar
habría tenido que tirarme al mar.



Gonzalez, Ángel, Sirenas, Madrid, veintisieteletritas, 2011 (ilustraciones: Valeria Docampo). 




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